Determinándose los artefactos políticos 

Quienes se regocijan detrás del telón y de la mera expectación sin declarar su inconformismo y activar los mecanismos y herramientas que la república, fundada en la sociedad libre cuenta, para cuando “artefactos políticos” la amenazan, nacidos en noches execrables donde la asquerosidad y enmierdamiento manchan a la comunión santa de quienes un día decidieron dejar la impasividad y la agónica espera y esgrimieron la bandera de una sociedad o grupo político con la más noble misión de querer una república limpia y duradera. Están siendo superados, pero no en ética ni libertad, sino, opacando la noble misión del hombre político.

Es un llamado de atención a quienes pretenden sustraerse al llamado de la política, con la pobre doxa de quienes intentan sustentar la no participación, pues para no ser político, el único requisito es ser o una bestia o un dios, en palabras del gran Aristóteles.

La política hace referencia al peculiar nivel de la naturaleza humana como tal, este hombre es naturalmente político porque su naturaleza es perfectible, y como esa perfectibilidad no la puede lograr aislado frente al televisor, ensimismado en sus rencores, necesita entrar en relación activa con sus pares. En consecuencia, la política es un arte, es el arte de la organización, pero no una técnica de primer nivel es una técnica según la cual se organiza la convivencia, pero no una técnica de dominación, de uso, sino que es un modo de organizarse cuyo fin es la virtud. Debiéndose entender esto último, como que la política es un arte subordinado, al servicio de la ética.

El llamado imperecedero de la república ha sido dejado de lado por las mentes más brillantes de sus hijos, aquellos laureados hijos en las diferentes líneas del saber. Es momento de hacer, es el momento del despertar del hombre de ciencias que gusta de retos y encontrar o convertir esta convulsa situación donde individuos sin libertad, sin virtudes y sin ética han pretendido esgrimir los gallardetes de la política excrementándolo todo a su paso cual bestia inmunda y ciega a su entorno ensucia.

Si se acepta que el hombre tiene naturaleza pero que no es capaz de virtudes, si no tiene fin propio, es tomado como un simple medio, sometiéndolo y manteniéndolo manso en sus chiqueros rellenos de poder y dinero sucio, involucrados en las técnicas de primer nivel, regidas sólo por la utilidad, el usufructo y el placer.

Se convoca a ciudadanos éticos a terminar hoy con la Doxa que funda su impericia en el individualismo que viene a ser la cara opuesta a la convivencia, no admitiendo el perfeccionamiento virtuoso del hombre, en la medida que si la naturaleza humana no fuese susceptible de un perfeccionamiento intrínseco la convivencia sería un accidente del que se podría prescindir, cual arácnido tejiendo la red. Ciudadanos de razón y libertad con posibilidad de alcanzar la virtud de compensar la falibilidad de la razón con la correctibilidad del hombre libre que es el origen de la política, entendiéndose que esta libertad demanda la adquisición de virtudes, pero también estas virtudes mejoran la libertad y la virtud que mejora el estricto ejercicio práctico de la libertad es la prudencia, Si el hombre fuera naturaleza, pero al margen de la política entonces la política no es natural y al no serlo cuando los hombres entraran en relaciones políticas entonces se dominarían, determinándose como “artefactos políticos”, en ese mismo momento entraría en el ámbito de la determinación técnica.

Ciudadano, decir que la política es técnica, es igual a decir que el hombre no tiene naturaleza, convenientemente se vende la idea que el hombre es moldeable por la acción humana, lo cual hace posible la manipulación, admitir esto es aceptar que el hombre luego de moldeado queda adscrito por posesión a lo que lo moldea, constituyéndose el despotismo puro. Pero el hombre es natural, es fisis, el hombre no es artefacto, en consecuencia, la política también es natural, el hombre es político por naturaleza, quedando claro que no se permite la huidiza actividad de alejarse de su responsabilidad como miembro de esta república.

Poniendo fin al reinado del “artefacto político” no humano, pues carecen de libertad, y empezar el amanecer de las mentes claras de los hijos de la república, éticos, hombres y mujeres de mentes claras con dominio de las diferentes ramas del saber, que promuevan con categoría el fortalecimiento de instituciones en el ámbito familiar, educativo jurídico y empresarial, instituciones que hoy están clamando por que amanezca y despiertes hombre político.

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