Degradación de la educación

 



El pensamiento de Günther Anders, en la La obsolescencia del hombre (1956), profundiza en la crítica a la modernidad y la relación del ser humano con la tecnología. En este contexto, Anders plantea una serie de ideas sobre el control social y la manipulación que resulta de los avances tecnológicos y del condicionamiento cultural, advirtiendo sobre el peligro de que la humanidad quede obsoleta ante su propia creación.

En primer lugar, Anders afirma que para evitar revueltas, no es necesario recurrir a la violencia, como lo hacía el régimen de Hitler. En cambio, plantea que el camino más efectivo es el condicionamiento colectivo, que empieza con la degradación de la educación. La reducción deliberada de la calidad educativa tiene el objetivo de limitar los horizontes de pensamiento de los individuos. Cuando el pensamiento humano se concentra en cuestiones triviales y materiales, disminuye su capacidad crítica, lo que facilita el control social. Anders, sostiene que, en un sistema así, los individuos pierden la capacidad de imaginar y pensar más allá de lo inmediato.

Una estrategia clave en este condicionamiento es restringir el acceso al conocimiento. Solo una élite tendrá acceso a la ciencia y la información, mientras que el resto de la población quedará anestesiada con contenidos vacíos. Este distanciamiento progresivo entre las masas y el saber científico genera una alienación que perpetúa la estructura de poder y evita cualquier tipo de cuestionamiento o disidencia. De este modo, el conocimiento no es visto como un derecho, sino como un privilegio reservado para unos pocos.

La manipulación de la conciencia colectiva se refuerza a través de los medios de comunicación, especialmente la televisión. Anders señala cómo el entretenimiento banal y continuo tiene un efecto narcotizante en la sociedad, ocupando la mente de los individuos con trivialidades y evitando que se cuestionen la realidad. La televisión, que en su tiempo representaba el máximo exponente de la tecnología de masas, es para Anders el vehículo perfecto para transmitir contenidos que apelan únicamente a las emociones, reduciendo la capacidad crítica del espectador. La música sin pausa (bulla misógina), los chismes y los programas insustanciales son herramientas de control social, cuya función es evitar que el individuo reflexione sobre su condición y el mundo que le rodea.

Uno de los aspectos más agudos de la crítica de Anders es su análisis de la sexualidad como mecanismo de anestesia social. Según él, al colocar la sexualidad como el centro de los intereses humanos, el sistema logra distraer a las personas de cuestiones más serias, desviando su atención hacia deseos superficiales. Este proceso de distracción masiva lleva a lo que él llama la "deserotización" de la existencia, en la que las cuestiones importantes, las que implican una reflexión seria y profunda, se ven ridiculizadas y relegadas a un segundo plano.

Por último, Anders concluye que la euforia del consumo y la publicidad se erigen como los nuevos estándares de la felicidad y la libertad humanas. El hombre moderno se convierte en un ser cuyo valor está determinado por lo que consume, y su libertad, por lo que es capaz de adquirir. Así, la lógica del mercado, apoyada por la tecnología, se impone sobre la vida humana, convirtiendo a los individuos en esclavos de un sistema que ellos mismos han creado. La seriedad de la existencia queda relegada al olvido, y en su lugar, surge una superficialidad que define los parámetros de la vida moderna.

En resumen, Anders nos presenta una sociedad que, mediante el uso de la tecnología, especialmente los medios de comunicación, ha anestesiado la capacidad crítica del individuo. El conocimiento se convierte en un privilegio elitista, mientras que la mayoría de la población es entretenida y distraída para mantener el statu quo. Las profundas implicaciones de su crítica siguen siendo relevantes hoy en día, a medida que la tecnología y los medios continúan moldeando nuestras vidas y nuestra percepción de la realidad.


Gunther, A. (1956). La obsolescencia del hombre 

Ballesteros, V. (2020). De Günther Anders al transhumanismo: La obsolescencia del ser humano y la mejora moral. Isegoría, 289. https://doi.org/10.3989/isegoria.2020.063.01

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