Las cegueras del conocimiento
Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
Introducción
El conocimiento, tema estudiando desde los inicios de la filosofía ya que es la base de todo, en cuanto a la existencia como ser humano cognoscente, y motivados por el libro de Edgar Morín en la que hace un acercamiento muy ligero al tema del conocimiento en lo que el autor denomina como uno de los siete saberes necesarios a las cegueras del conocimiento, tema de por sí solo muy polémico por la variedad de las escuelas filosóficas ya sea el Dogmatismo, quienes consideran que el conocimiento no es un problema y que los objetos son captados directamente, El Escepticismo, quienes aceptan que el conocimiento no es posible, el sujeto no puede aprehender al objeto, el Pragmatismo, que considera que el conocimiento humano tiene sentido solamente en el campo práctico; la verdad consiste en la congruencia entre los fines prácticos y los pensamientos, el Criticismo, que propone la confianza en cuanto al conocimiento humano en general y al mismo tiempo la desconfianza hacia todo conocimiento determinado, el Subjetivismo, quienes consideran que algo puede ser verdadero para una persona pero no para otras y el Relativismo, quienes piensan que el conocimiento es relativo al contexto cultural. Pero, que en el presente trabajo se estará tocando desde un punto de vista objetivo y ayudado por los principales autores que el autor del presente trabajo monográfico tiene a bien escoger para fundamentar su punto de vista respecto al acercamiento ligero que hace Edgar Morín al tema real de las cegueras del conocimiento.
Desarrollo
Edgar Morín hace referencia al conocimiento en su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, pero como la teoría de la ciencia se divide en formal, refiriéndose a la lógica, y en material, refiriéndose a la teoría del conocimiento. En este sentido puede definirse a la teoría del conocimiento como la teoría del pensamiento verdadero, a diferencia de la lógica que sería la teoría del pensamiento concreto (Hessen, J., & Romero, F. 1970)
Así mismo, el origen del conocimiento lo podemos entender desde el punto de vista del Racionalismo, que es la postura epistemológica que sostiene que es el pensamiento, la razón, la fuente principal del conocimiento humano. Sus planteamientos más antiguos los encontramos en Platón, posteriormente en Plotino y San Agustín, también en Malebranche, Descartes y Leibnitz.
El Empirismo, sostiene que el conocimiento procede de la experiencia, del contacto directo con la realidad. Se desarrolla en la Edad Moderna con Locke y Hume, Condillac y John Stuart Mill.
El Intelectualismo, es una postura que trata de mediar entre el racionalismo y el empirismo. Aristóteles inicia este trabajo de síntesis y en la Edad Media se desarrolla con Santo Tomás de Aquino. Concibe el elemento racional como derivado del empírico.
El Apriorismo, Es un segundo intento de mediación entre racionalismo y empirismo, se considera a Kant como su fundador. Considera que el elemento a priori no deviene de la experiencia, sino del pensamiento (Vargas-Mendoza, J. E. 2006)
En el fenómeno del conocimiento se encuentran frente a frente la conciencia y el objeto (sujeto y objeto), pudiéndose inferir que el conocimiento es un determinación del sujeto por el objeto. De esto, un conocimiento verdadero es, si, su contenido concuerda con el objeto mencionado, y para esto en el ser humano se da la existencia de dos tipos de dinámicas que se dan a propósito de las afecciones causadas por los objetos externos; éstas se distingues según afecten los poderes conceptivos o el flujo de las pasiones, razón por la cual se establece que los movimientos de la mente se dirigen, bien al conocimiento intelectual de los objetos, o a las apetencias de los mismos (Fraga, A. 1999)
Como es evidente, el tipo de movimiento cuya descripción es pertinente a una teoría del conocimiento es el conceptivo o cognitivo. La caracterización de este poder involucra la descripción de una serie de facultades que intervienen en el conocimiento, como la sensación, la imaginación, la memoria y la razón, las cuales hacen parte de la actividad mental (Pintor-Ramos, A. 2008).
Habiendo entendido como el ser humano logra entender y aprehender el objeto externo por medio de reacciones mecanicistas, es que recién podemos considerar un acercamiento ligero que se realiza en el libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro de Edgar Morín (1999), afirma que:
“Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y codificados por los sentidos; de ahí, es bien sabido, los innumerables errores de percepción que sin embargo nos llegan de nuestro sentido más fiable, el de la visión. Al error de la visión se agrega al error intelectual.” (p.5)
Esta aseveración de Edgar Morín, a mi modo de ver le falta sustento en cuanto que al revisar el trabajo de Hobbes y uno de sus argumentos escépticos en su obra, desconfía de las verdades absolutas y los conocimientos definitivos, porque no existen poderes intuitivos ni la posibilidad de un acceso privilegiado a la esencia de la realidad. En particular, Hobbes no cree que el conocimiento se refiere y se inclina por la descripción de los accidentes que acaecen a los cuerpos del mundo físico. Así, el argumento escéptico señala la imposibilidad de penetrar en la naturaleza de las cosas.
Este argumento escéptico en Hobbes adquiere cuatro formulaciones diferentes, según Pintor-Ramos, A. (2008):
· No podemos conocer más que cuerpos, de manera que el campo de lo real se circunscribe a la materia, en términos de causa, efecto, movimiento, extensión y figura.
· Los seres humanos conocen infaliblemente aquello que han creado, ya que ellos son sus artífices y en cuanto tales dominan la lógica de su construcción. Es por esta razón que cabe esperar un conocimiento cierto, evidente y demostrable en el campo de la geometría, la moral y la política; las figuras geométricas, las acciones de la moral y el aparato estatal son ejemplos de cuanto el hombre produce. Dado que los objetos naturales existen en el mundo físico no son creación humana, nunca podrían ser conocidos con exactitud.
· El lenguaje es la estrategia epistemológica que fija los límites del conocimiento, por que ayuda a discernir lo que puede ser nombrado de lo que no, separando los enunciados que tienen sentido de los absurdos. No todo es cognoscible y la concepción materialista del lenguaje constituye el criterio que determina qué nombres se refiere adecuadamente a los cuerpos y cuáles no.
· Hobbes señala que el calificativo de conocimiento verdadero no expresa una identidad entre nuestros pensamientos y las cosas externas, sino la equivalencia que se da entre las concepciones mentales y las categorías del lenguaje. La verdad no es adecuación, sino “la concordancia de la concepción de un hombre con las palabras que significan tal concepción en el acto del raciocinio” (P,79)
Teniendo en cuenta los cuatro aspectos anteriores, el resultado final de la incorporación del argumento escéptico en la epistemología Hobbesiana no es otro que la demarcación rígida entre lo que puede ser conocido (mundo material) y lo que no. Además, en el ámbito que ha sido establecido como cognoscible las descripciones posibles son apenas conjeturales y aproximativas. Esta situación se da en la medida que no hay ninguna luz natural o conocimiento intuitivo, tenemos que limitarnos a las conclusiones que produce una razón falible.
Entonces el ser humano como autómata biológico, hace uso de sus facultades que intervienen en el conocimiento para poder conocer los objetos naturales, estas facultades tales como:
La sensación, entendiéndose a la sensación como el resultado de los accidentes de los cuerpos u objetos que actúan sobre los órganos de los sentidos hasta producir una serie de impresiones o apariencias, que son la base del conocimiento. Pues el movimiento de los objetos es la condición que les permite actuar sobre nuestra sensibilidad y afectarla, a la vez, la sensación es un tipo de movimiento que sucede en el sujeto como respuesta o reacción a los movimientos externos a la mente. A este punto, Hobbes tiene una teoría en que las imágenes que elaboramos con respecto al mundo exterior no se identifican con los objetos, ya que son una construcción subjetiva. Aspectos como el color, la imagen y el sonido son inherentes al sujeto y no al objeto. De hecho Hobbes llegó a afirmar que la luz es una fantasía del espíritu, producida por los movimientos del cerebro (Tonnies, 1988, p.67)
La imaginación, como la facultad que permite retener las sensaciones generados por los objetos ausentes, porque las fantasías no son otra cosa que reliquias de la sensación. Así, el papel que desempeña la imaginación es fundamental, teniendo en cuanta que el conocimiento se constituye en la subjetividad, ya que transforma las impresiones sensibles en imágenes y genera conexiones y asociaciones entre ellas, así la imaginación puede ser simple al representar el objeto entero, es decir, tal como aparece ante los sentidos, también puede ser compuesta, cuando se da la superposición o asociación ficticias de imágenes previas.
La memoria, que tiene como base las impresiones conservadas o retenidas por la imaginación y la función de esta es el recuerdo, su papel es muy importante ya que facilita la conservación del conocimiento adquirido a partir de marcas o notas que son signos sensibles que ayudan a mantener la huella de las impresiones pasadas y a recuperar la cadena de pensamientos que acompañó al acaecimiento de estas impresiones (Fraga, A. 1999).
La razón, según Hobbes la razón no es algo que tenemos por el simple hecho de ser seres humanos, es una destreza que se construye mediante el esfuerzo, que es fundamentalmente lingüístico. Por último, la tarea fundamental de la razón es el cómputo, ya que la mente humana es una máquina computacional que manipula signos y significados, ya que calcula los nombres impuestos a las concepciones sobre los cuerpos y sus accidentes. En tanto que pensar es una actividad computacional que vincula el lenguaje y la cognición para dar lugar a operaciones simbólicas complejas.
Es cuanto Thomas Hobbes en su epistemología y lenguaje, logra poner a nuestro alcance para entender como el ser humano conoce haciendo uso de las facultades y desentrañar el principal problema del conocimiento que señala Edgar Moría en la obra de análisis motivo del presente trabajo.
Conclusión
Se concluye que Edgar Moría parcialmente se acerca a la realidad de como el ser humano conoce, tal como el autor en mención hace referencia en su libro, “El talón de Aquiles del conocimiento”, puesto que no tiene en cuenta que en cuanto a las creaciones realizadas por el hombre, este tiene un conocimiento infaliblemente en todo aquello que ha creado, ya que es el artífices y creador y en cuanto tal dominan la lógica de su construcción. Es por esta razón que cabe esperar un conocimiento verdadero sobre su obra.
Pero no así en los objetos naturales, en las que como en los anteriores, el ser humano hace uso de sus facultades para poder conocerlos, elaborando un conjunto de deducciones mentales a partir de los accidentes percibidos.
También se puede concluir que estas “propiedades” que atribuimos a los objetos naturales, no les pertenecen a ellos, sino que representan un elemento elaborado e impuesto por la subjetividad: por ejemplo, lo mismo que el color no es inherente al objeto, sino sólo un efecto que actúa sobre nosotros, causado por tal movimiento en el objeto, así mismo según esta conclusión tampoco está el sonido en el objeto que escuchamos, sino en nosotros mismos.
Entonces el conocimiento humano no es representación ni adecuación de los juicios de los objetos externos a él; es una construcción o una nueva producción realizada con los materiales de la sensación, mediante operaciones eminentemente subjetivas, bien es cierto, pero esto no implica que cada sujeto particular pueda llegar a tener una idea privada sobre el mundo, ya que esto comprometería la posibilidad de universalidad en el conocimiento y finalmente desembocaría en el escepticismo.
Es necesario concluir que aunque el ser humano nunca llegue a conocer las cosas tal como son y les imponga una serie de cualidades en el sentido estricto no les pertenecen, debe aspirar a un conocimiento universal, obtenido a partir del examen de las cualidades primarias comunes a todos los cuerpos.
Bibliografía
Fraga, A. (1999). El contractualismo hobbessiano como origen de una epistemología secular de la Filosofía Política. Revista de filosofía de la Universidad de Costa Rica, 91, 41-51.
Hessen, J., & Romero, F. (1970). Teoría del conocimiento. Espasa-Calpe.
De Juan López, S. (2009). Thomas Hobbes: o la unidad de naturaleza y sociedad. Erasmus Ediciones.
Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro.
Pintor-Ramos, A. (2008). Epistemología y lenguaje en Thomas Hobbes. Construcción de conceptos y unidad epistémica. Logos, (14), 137-141.
Vargas-Mendoza, J. E. (2006) Teoría del conocimiento. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C.
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